EL PRIMER PERRO

1 marzo 2023
Hace muchos, muchos años, cuando el hielo y la nieve cubría la tierra y las montañas, la vida era difícil para los animales cazadores. Los herbívoros se reunían en manadas para protegerse de carnívoros como lobos o leones.
Cuando la tribu salía de caza, casi siempre eran observadas con curiosidad sus técnicas, como acosaban a caballos o antílopes e incluso bisontes, hacía precipicios o barrancos angostos donde era fácil hacer presas.
Los lobos admiraban a los hombres en sus técnicas de caza. Y al revés, no era extraño ver a unos y otros, según quien cazase, observar desde algún otero, las maniobras de caza, que lugar ocupaba cada individuo, como se avisaban, quien mandaba y organizaba.
Una de aquellas cacerías, fue desastrosa para la tribu. Intentaban cazar bisontes en el lado opuesto de la manada a la que iban acorralando hacia una sierra muy escarpada, de repente se produjo un alud. El estruendo, el miedo por la sorpresa y el peligro, empujó en estampida a la manada hacia los cazadores que resultaron pisoteados y aplastados. Solo se salvó, aunque magullado y con una pierna rota, el cazador mas joven. En el mismo alud, fue arrastrada una manada de lobos que tenía su guarida en una cueva  de la ladera de la montaña, todos menos una cachorra que vagaba entre la nieve buscando alimento después del desastre.
El lugar se convirtió en peligroso para permanecer allí; grupos de carroñeros se desplazaron al olor de la sangre de las víctimas para reclamar su festín. El muchacho se alejó renqueando lo más posible del paraje. Tras el siguiéndole y observando, la loba. Su instinto le decía que debía hacer lo que había visto a los adultos del clan; observar y aprender de aquellos cazadores. Seguramente, siguiéndole, encontraría otros lobos y mientras tanto, podrían alertarse y protegerse uno a otro. Y así fue; aunque al principio su temor era grande, en las noches sucesivas, se acercaba más, sintiendo su agradable calor.
El hombre era capaz de acarrear agua y comida en unas pieles de animales que él preparaba, y la admiración de la loba por el hombre crecía y cuando cazaban piezas pequeñas las compartían.
La admiración se fue transformando en amor hacia aquella criatura de otra especie que la trataba como un igual. Y con su amor, le entregó lo más preciado que tenemos todos los seres vivos, su libertad.
Extraído por Jesús Antón