Me encontré una tortuga de tierra en la montaña, en la carretera. La llamamos Tonantzin. Por lo que dijo el forestal que iba conmigo, se trataba de un ejemplar silvestre, pero al estar en un lugar de cruce de carreteras y casas de campo a ambos lados decidimos llevarla con nosotros. Con la pretensión de conseguir parejas, criarlas e iniciar un proyecto de repoblación. Al tenerla en casa, soñando un amplio terrario y demás, algo en mí no estaba en paz, “¿he hecho bien llevándomela?, ¿Quién soy yo para decidir el destino de este animal?”. Así que me vino a la mente la idea loca de llamar a Bea, alguien que dicen podría comunicarse con Tonantzin…. “Mándame la foto de su cara” me contesto…. Así que a través de Bea, ese animal que moraba en mi casa y yo, empezamos a entablar una comunicación. A través de la cual, permitió reconocer su voluntad y a la vez el mensaje que tan sabio animal tenia para mi. Hoy Tonantzin mora libre en la misma montaña que yo habito. Gracias Bea.
Pablo Miztli